A Dream Lost in Time and Memory
…Abro los ojos…
y me encuentro con ella en la playa. Estamos abrazados a la luz de una fogata a medio consumirse con la luna y las estrellas sobre nosotros. Admiramos el momento y platicamos del pasado y del futuro. El amanecer no está lejos pero seguimos en ese lugar. Abrazados. Unidos. Cantamos un poco, reÃmos un poco más. Le hago una constelación en el cielo de la noche. La beso. Nos tomamos de la mano. Jugamos un poco con las pulseras gemelas en nuestras muñecas. Se hace tarde y me dice que deberÃamos dormir. Entonces regresamos al cuarto. Nos deseamos buena noche y descanso. Y eso me acuesto a hacer junto a ella. Se cubre todo este tiempo en las sábanas, ocasionalmente levantándolas para verme y sonreÃr. Lo que pasa por mi cabeza es la pura idea tierna, romántica de estar ahà por la mañana junto a ella. En verdad intento solo estar ahà y descansar un poco. Decimos algunas bromas sobre cosas que pasaron y que pasarán. Gradualmente deja de cubrirse tanto y comienza a acercarse más a mÃ, a abrazarme, a hacerme caricias, las cuales le regreso de una manera inocente, lenta y delicada. Le acaricio el cabello, su espalda, la tomo de los brazos, pongo mis brazos alrededor de su cuerpo, tenemos nuestras caras una contra la otra, se siente especial, diferente. Me siento como nunca antes me habÃa sentido en la vida, feliz, seguro, confiado, completo, disfrutando el momento, vivo, gozando del presente. Siento como algo vibra fuertemente en mi pecho, como si algo estuviera encendido. Me motiva, me da energÃa, fuerzas, me siento como nunca y como me gustarÃa sentirme siempre. Tal vez sean las reacciones quÃmicas que suceden en mi interior. Pero por dios, que bien se sienten.
Luego de seguir asà un rato me toma con la palma de la mano mi cabello por detrás. Se siente bien. Empieza a jugar con él y me sugiere que se me verÃa bien con el cabello más largo y tal vez despeinado. Empieza a despeinarme y cada caricia que siento, me hace sentirme cada vez más conectado y en confianza con ella. Nos mantenemos en silencio por periodos, luego se rompe el silencio con ella soltando una risa. De algo que está pensando sin duda. Abro los ojos y la veo frente a mi, recostada con los ojos cerrados. La veo y admiro porque es todo lo que habÃa querido este tiempo, me maravillo de su belleza y de que esté conmigo en ese momento. Luego abre los ojos y nuestras miradas se encuentran seguidas de una sonrisa. Posteriormente es mi turno de cerrar los ojos y abrirlos para descubrirla mirándome con esos ojos que me enamoran. Me dice “platÃcame algo†le respondo con algo que vivimos juntos. Ambos reÃmos. Silencio nuevamente. Todo sigue una especie de juego inocente, que libera pequeñas risas en ambos. Yo no podrÃa estar más feliz en este momento. Se hace cada vez más tarde y escucho a alguien tocar la puerta de nuestro cuarto. Abandono la comodidad de la cama para atender la puerta. Me aproximo con una sonrisa y curiosidad.
Abro la puerta.
No hay nadie del otro lado. Me volteo confundido hacia donde esta ella, solo para encontrar que tampoco está ella ahÃ. Solo quedan las sábanas y los recuerdos de la persona que alguna vez estuvo ahÃ. Salgo del cuarto llamando su nombre. Una luz sobresale en las olas del mar. Me aproximo. Estoy descalzo y lo noto al sentir mis pisadas sobre la arena de la playa. La luz propiene de un globo de cantoya flotando sobre las olas del mar. Suspendido y danzando con el viento. Comienzo a caminar. Las olas me mojan cada vez más y más arriba en mi cuerpo. Tengo frÃo, pero me mueve la curiosidad de llegar al globo. Sigo avanzando y el globo desaparece. Doy la espalda a las olas y veo aparecer un resplandor verde. Un haz de luz que comienza a dibujar siluetas en el aire. Muchas formas que en conjunto forman un dibujo en el aire. Es mi atención en este dibujo de luz lo que me hace distraerme y ser golpeado y arrastrado por una ola.
Me pierdo en la marea y despierto acostado en un bosque, sobre un claro con flores. Desorientado me levanto lentamente. No tengo idea de donde estoy, qué hago en este lugar ni de si volveré a estar nuevamente en la playa. La vista de una montaña se asoma en el horizonte y algo en mi ser me hace saber que es ahà donde debo ir. Subo a lo alto de una montaña. Corriendo, brincando y escalando el viaje es duro pero la vista de lo que estoy dejando atrás es agradable. Después de un rato logro llegar a la cima, donde un atardecer me recibe en el horizonte. Lo observo detenidamente. Cada segundo y movimiento del sol. Lo admiro con los ojos de un niño, como si se tratara del primero que veo en mi vida. La luz lentamente deja de entrar por mis pupilas y el astro desaparece para dar salida a las estrellas que iluminan el manto de la noche. Me siento en paz. Por un momento la memoria de lo que pasó y vivà desaparece. Mis preocupaciones, miedos, apegos y dudas se disuelven al enfocarme en mi respiración y la sensación de estar presente. Un árbol en esta cima capta mi atención. Me aproximo y puedo apreciar su follaje de diversos colores. Me remuevo la pulsera de mi muñeca y la entierro bajo el árbol. Siento un peso liberarse en mi pecho. Como un peso que he cargado se va y se queda en este lugar del pasado. Agradezco y cierro los ojos. El universo desaparece.
Vuelvo a abrir los ojos y estoy en mi cama. Un año después de mi sueño. Un año que se siente como una eternidad pero a la vez como se hubiera sido ayer. Aquella noche no es nada más que un recuerdo perdido en el tiempo ahora. Pero yo sigo aquÃ, trayendo al presente ese sentimiento. Tratando de traer a una persona que no está. Tratando de reconstruir un momento que no volverá a ser. Incrédulo de que ha pasado un año desde aquella memoria. El momento pasó. La chica ya no está. La noche se convirtió en otro amanecer en el que solo quedo yo. Yo y el futuro no escrito esperando mis pasos por el camino que me llevará al lugar en que debo estar.
Empiezo a caminar.