Te Dejo
Muy buen escrito originalmente posteado en: http://www.lasubastademivida.com/2014/07/te-dejo.html
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Te dejo porque pinté susurros para los que, los únicos oÃdos sordos, fueron los tuyos.  Te dejo porque el dejado fui yo desde el momento en el que comencé a ser el único que besaba. Te dejo porque he sido un yo contigo. Un yo contigo en el que he perdido una importante parte de mÃ.
La parte con la que soñaba.
Te dejo porque has ralentizado mis ganas, mis sueños y casi todas mis emociones. Porque te has convertido en un ibuprofeno de lo que sentÃa hacia ti. Porque has sido un tropiezo en mi vida, las espinas de mi rosa y, en esta relación, una experiencia más agria que dulce.
Comencé a tu lado lo que, creÃa, serÃa el libro más bonito de la historia. Aquel al que no se le terminaran los capÃtulos, aquel en el que me apeteciese doblar la esquina de cada página para recordarme que, en ella, habÃa algún instante inolvidable plasmado en la memoria de nuestra relación. Y, sin embargo, no hice más que coleccionar páginas en blanco. Espacios vacÃos en los que escribir aquello que, diariamente, querÃa que sucediese. Un libro al que terminaron poniéndole tinta mis sueños frustrados, la forma en la que no me mirabas, y las caricias que no recibÃ.
Una obra titulada “Ojalá túâ€.
Un libro que hoy saco de la estanterÃa de mis esperanzas vacÃas, para venderlo en una tienda de segunda mano. Una tienda en la que además, todo aquello que se vende, son sentimientos en liquidación.
Te dejo.
Pero sobre todo, si te dejo con algo, es con las ganas.
Con las ganas de haber podido saber lo que hubiera sido nuestra vida en común. Con las ganas de que me quedase contigo aún recibiendo una cuarta parte de lo que te daba. Con las ganas de que me conformase con lo que ni siquiera merecÃa y, con las ganas, amiga, de que te dijera a todo que sÃ.
Asà que llegados a este punto, y tras agotar la paciencia que nunca tuve, te confieso que soy intolerante. Intolerante a la infelicidad. Tú has sido mi alergia, y nuestra relación un sarpullido. Hoy entiendo que lo único en común que hubo entre nosotros, fue la idiotez.
La mÃa, la que tuve cuando decidà quedarme contigo.
La tuya, la que llevas impregnada en ti.