No te enamores de una mujer que se hace la difÃcil
LeÃdo y tomado de este blog: http://www.belelu.com/2013/07/no-te-enamores-de-una-chica-que-se-hace-la-dificil/?fb_action_ids=10152169612889275&fb_action_types=og.likes&fb_source=other_multiline&action_object_map=[513257558722817]&action_type_map=[%22og.likes%22]&action_ref_map=[]
No te enamores de una mujer que se hace la difÃcil
…aun si lo verdaderamente difÃcil es no enamorarte de ella.
No te enamores de una mujer que se hace la difÃcil. Porque la mujer que se hace la difÃcil es errante, desconocida, cambiante: no sabrás describirla a ciencia cierta, a cuestión de adjetivos comunes. La mujer que se hace la difÃcil muta, cambia, deja, se aleja, vuelve, se arrepiente. La mujer que se hace la difÃcil lee, escribe, canta, actúa, baila, trabaja y estudia con mucho pesar al siempre tener conflictos con la autoridad y los trámites. La mujer que se hace la difÃcil se gana la vida por sà sola, no necesita de nadie que la ayude para ser todo lo que quiere ser: ella misma.
Ya te digo, mi amigo, que no te conviene. Para empezar, enamorarla se cree que es imposible. ¿Rosas rojas? ¿Chocolates? ¿Animales de peluche? ¿Coqueteo? ¡Por favor! La mujer que se hace la difÃcil te aceptará las rosas con una sonrisa, las pondrá en agua, y no volverá a hablarte nunca más. La mujer que se hace la difÃcil evita comer chocolates, sabe que engordan, y es presa de la soluble vanidad presente en las revistas femeninas. La mujer que se hace la difÃcil odia a los animales de peluche, se empolvan y estorban; además, ya tienen de mascota a un gato. La mujer que se hace la difÃcil se sabe “el juego†del romance de pies a cabeza: sabe cuándo llamar, sabe cuándo colgar y, justo cuando crees que le llevas gran ventaja al escucharla decir que te echa de menos, se desvanecerá ante tus ojos.
Jamás podrás comprenderla, entenderla. No existen diccionarios ni manuales de instrucciones para mujeres difÃciles, desgraciadamente. No podrás. Será como si ella te hablara en lenguas romances y tú humildemente contestaras con un “OKâ€. No se entenderán, no habrá comunicación. No sabrán cómo decirlo y ella, tenlo por seguro, no lo dirá primero: su orgullo quemarÃa su voz antes que poner ante ti una debilidad. Porque asà son las tan complicadas mujeres difÃciles: ven cualquier muestra de sentimientos, cariño o afecto como un punto débil al que nadie debe de tener acceso. Nunca vas a verla vulnerable.
Y no porque no sufra. ¡Todo lo contrario! Las mujeres que se hacen las difÃciles sufren como nadie: lloran, se lamentan, no saben qué hacer, gritan, se enfadan, se decepcionan y vuelven a llorar porque tú hiciste algo malo y deshiciste algo bueno, o viceversa.
Se decepcionan. Se decepcionan terriblemente porque ellas esperan lo mejor de ti. Se decepcionan porque añoran el romance, la nostalgia y, sobre todo, la caballerosidad. Ay, la caballerosidad, ¡las hace soñar despiertas a las mujeres que se hacen las difÃciles! Que no te engañe: al tú abrirle la puerta del lugar mientras ella se coloca enfrente de ésta con los brazos cruzados y la mirada indiferente, una parte de su enorme corazón se va contigo.
Porque las mujeres que se hacen las difÃciles tienen un corazón enorme, grandÃsimo, de un tamaño gigante. Es por eso que se hacen las difÃciles: protegen esa hermosa figura de vidrio de cualquier papanatas con manos sudadas que pueda provocar una tragedia. Por eso son frÃas, duras, distantes y distintas. Todo se conserva mejor en un ambiente frÃo, helado: un congelador que logre conservar sus sentimientos para largo; y ellas mismas deben ser fuertes, son el templo de ese tesoro. Además, siempre les gusta ser diferentes, ser las correctas y maduras sabelotodos que realmente, a simple vista, parece que lo saben todo.
Las mujeres que se hacen las difÃciles son guapas, pero una parte en su interior se los niega al mirarse en el espejo; jamás descansarán hasta no ser indiscutiblemente más atractivas que esa prostituta o famosa actriz de anuncio que puedas encontrarte camino a casa. Las mujeres que se hacen las difÃciles generalmente son altas; de ojos grandes y labios enmarcados, de pómulos rosados y ojos expresivos: los ojos de las mujeres que se hacen las difÃciles son una verdadera obra de arte; nada es más expresivo, nada es más atrapante que los ojos de una mujer que se hace la difÃcil. Pues la mujer que se hace la difÃcil miente, engaña, pretende, disfraza y la única manera de saber lo que verdaderamente está en su mente, es mirarle los ojos fijamente: tal como la Gioconda tiene un código oculto en su lienzo.
No te enamores de una chica que se hace la difÃcil, no. Insisto: no sabes con qué te estás metiendo. Además de todo lo que ya te he advertido, estas mujeres son odiadas, criticadas, renegadas. La gente no parece comprenderlas, amarlas; en cambio, son bastante envidiadas. No tienes opción, por si fuera poco, porque si no abogas a su favor, te lo reprochará y si abogas por ella, se alejará de ti. Sin preguntar. Sentirá tu (inexistente) lástima hacia ella, tu falta de admiración; ella no quiere tu lástima, no la necesita. Ella sabe que esas personas no tienen cerebro y no le llegan ni a los talones. Punto. No hay más que discutir. A oÃdos sordos y ojos llorosos cuando nadie las está observando.
Porque las mujeres que se hacen las difÃciles se protegen, se resguardan hasta de sà mismas. Lo exageran todo, dramatizan cada acto tuyo en una tragedia porque escriben, porque leen, porque les gusta crear historias en las que ellas no son más que un personaje y para ti, como actor secundario, hay una lista entera de suplentes.
No se enamoran, no creen en el amor; lo consideran una mentira de su peor enemigo: la sociedad. Ellas creen en la pasión, en el romanticismo, en el drama. Las mujeres que se hacen las difÃciles se encaprichan, se enganchan, se aprisionan, se encierran a un solo objetivo aun si éste no es digno de ser el blanco de lo más amoroso de su ser. Porque las mujeres difÃciles asà aman: terca, dolorosa, y caprichosamente; pero jamás por siempre. No, no, no. Las mujeres que se hacen las difÃciles cambian, cambian todo el tiempo una vez que tal objetivo ya es misión cumplida.
Las mujeres que se hacen las difÃciles son infieles por naturaleza, con la justificación de ser románticas; nunca pueden ser sólo tuyas. Las mujeres que se hacen las difÃciles te quieren a ti, echan de menos a otro, lloran por aquel que no conquistan de inmediato, sufren por el que se fue y las dejó atrás hace años, y a la única persona que aman es a sà mismas. Ya te lo digo, amigo, que son unas malditas. CÃnicas. Van por allà con una sonrisita enmarcada en labios rojos y sin escotes vulgares, con esas palabras dignas de salir de una boca tan bella y tú, ingenuo, crees poder no sólo enamorarlas, sino incluso jugar con sus sentimientos. ¡Ingenuo! ¡Imbécil! ¡Bastardo! ¡Acabarás enamorado! Enamorado, dejado, rechazado. Triste. Y sin tu chica que se hace la difÃcil, que muy probablemente estará besando casualmente a algún desconocido al que vio muy atractivo fÃsicamente y al que jamás va a permitirle volver a verla porque está consciente de que es un completo imbécil.
Y es que ellas tienen estas fantasÃas amorosas, tal como tú tienes tus fantasÃas sexuales. Ellas sueñan con besar a su profesor más joven, a un hombre mucho mayor, a un chico arrogante y rompecorazones con el que no tengan aparentemente nada en común, a un maldito imbécil que las destrozará y este dolor ya lo verán venir de manera que hasta podrán disfrutarlo como inspiración, a un modelo masculino que les parecerá un maldito maricón, a un deportista profesional con quien tan sólo llegarán a tener una relación cordial, a un actor famoso del que saldrán huyendo asustadas por sentir que éste invade su libertad, etc.
Sin embargo, a final de cuentas, las mujeres que se hacen las difÃciles no son tan difÃciles como aparentan. Existe una manera para llegar a su corazón: piensa en ella, échala de menos, sueña con ella, escrÃbele. No te garantizo que te amará, no te garantizo que no te rechazará; pero ten por seguro que ella, tal como le gusta leer cada tarde lluviosa, “valorará tu sencillo coraje de quererlaâ€.
Para mantener a una mujer que se hace la difÃcil hay que dejarla, hay que perseguirla, hay que acorralarla, hay que soltarla, hay que ser un extraño y a la vez quien más la conozca, hay que darle su espacio, hay que ignorarla de vez en cuando y con una sonrisa coqueta, hay que dejarse crecer la barba, hay que aprender del arte y de la buena ortografÃa, hay que evitar aquellas mariconadas de asistir a su clase de pilates, hay que ser seguro de uno mismo o le darás asco con tus inseguridades superficiales, hay que ser intelectual y no aburrido, hay que ser guapo y arrogante porque feo y titubeante no le vas a servir para nada, hay que preferirla a ella de manera especial antes que a las demás, hay que darle libertad: libertad de irse, libertad de volver, libertad de quererte, libertad de odiarte, libertad de abofetearte y después besarte. Una pequeña conclusión con estas mujeres es que un “te odio†es la prueba más sincera que ellas tienen de decirte “me encantas, eres muy guapoâ€. Ellas no sueñan con cambiarte, ella sueñan con encontrar ese detalle del cual puedan escribir sobre ti.
Asà pues, amigo, las mujeres que se hacen las difÃciles no son tan difÃciles una vez que te revelan el primero de los muchos misterios que su larga melena ondulada contiene: lo único complicado con una mujer que se hace la difÃcil es lo mucho que ella puede llegar a hacerte feliz.